La cena por Nochebuena había finalizado. Después de un día de limpieza y compras de último momento me sentía exhausta. Me despedí de mi familia y procedí a ponerme mi pijama. El sueño llegó pronto, me olvidé de todo, cerré mis ojos. Tengo el sueño pesado pero un ruido me despertó. No entendía lo que pasaba. Entre dormida escuchaba como alguien jugaba con la cerradura de la puerta de mi habitación, ¿alguien está tratando de entrar?... de repente se escucharon rasguños… ¿Sony?, mi cachorro. Los mismos ruidos se repitieron. Lo primero que analice: no puede ser sony, el solo rasca la puerta; debe ser la gata; quiere entrar. Me levanté, prendí la luz. Oh sorpresa. Efectivamente, era la gata… pero no quería pasar, ¡quería salir! Qué demonios, ¿cómo entró? Siempre cierro mi puerta. Al prender la luz la gata se subió a mi cama, me miró, la miré. Abrí y salío corriendo. Oh my God, experimente en carne propia las historias de Edgar Allan Poe. Aún no me explico lo que sucedió.
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